Biguidibela
Adaptación de cuento Zapoteca
Las mariposas que hoy vemos, las cuales se pueden posar en
las flores, en la superficie de las aguas e incluso en las trémulas ramas del
aire, no son otra cosa que una fracasada imagen de lo que el murciélago fue en
otro tiempo: No es la más bella creación. Pero no siempre fue así. Cuando la
luz y la sombra echaron a andar, era como ahora lo conocemos y se llamaba
biguidibela: biguidi, mariposa, y bela, carne: mariposa en carne, es decir,
desnuda. La más fea y más desventurada de todas las criaturas era entonces el
murciélago. Y un día, acosado por el frío, subió al cielo y dijo al creador:
—Me muero de frío. Necesito de plumas
Y como el creador, aunque no cesa de trabajar, no vuelve las
manos a tareas ya cumplidas, no tenía ninguna pluma. Entonces le pidió que
volviera a la tierra y pidiera en su nombre una pluma a todas las aves. Porque el
da siempre más de lo que se le pide. Y biguidibela, vuelto a la tierra,
recurrió a aquellos pájaros de más vistoso plumaje. La pluma verde del cuello
de los loros, la azul de la paloma azul, la blanca de la paloma blanca, la
tornasol de la chuparrosa,
Tras un tiempo de recolección, el bigidibela lucía, ufano,
su nuevo y espectacular aspecto. Revoloteaba por toda la tierra recreándose en
su imagen. Y orgulloso volaba sobre las sienes de la mañana, y las otras aves,
refrenando el vuelo, se detenían para admirarlo. Y había una emoción nueva,
plástica, sobre la tierra. A la caída de la tarde, volando con el viento del
poniente, coloraba el horizonte. Incluso, en una ocasión, con el eco de su
vuelo provocó un maravilloso arcoíris.
Todos los animales lo observaban fascinados por su
deslumbrante imagen. No obstante, los halagos comenzaron a hacer mella en él.
La soberbia se apoderó de su raciocinio. Miraba con desprecio al resto de las
aves, a las que consideraba inferiores a él por su belleza.
Percibía que ningún otro animal estaba a su altura.
Consideraba que no existía otra cualidad más importante que no fuera el aspecto
físico. El resto de aves se sentían humilladas ante el vuelo de bigidibela. Su
continuo pavoneo se hizo insoportable
Todas las aves comenzaron a sentir envidia de él; y el odio
se volvió unánime, como algún día
lo fue la admiración.
cierto día subió al cielo una parvada de aves, el colibrí
adelante. El creador oyó su queja. El murciélago se burlaba de ellos; además,
con una pluma menos padecían frío. Y ellos mismos llevaron el mensaje celestial
en que se llamaba al murciélago.
Cuando estuvo en la casa de allá arriba, el creador le hizo
repetir los ademanes que de aquel modo habían ofendido a sus compañeros;
Ante la presencia del creador, comenzó a aletear con una
alegría desbordada. Aleteó una y otra vez, desprendiéndose, inconscientemente,
de todas sus bellas plumas.
De pronto, se descubrió desnudo, como al principio de los
tiempos. Avergonzado, descendió a la tierra, refugiándose en las cuevas y
negándose la visión.
Se dice que todo un día llovieron plumas del cielo. Y desde
entonces sólo vuela en los atardeceres en rápidos giros, cazando plumas
imaginarias. Y no se detiene, para que nadie advierta su fealdad.
COLECCIÓN BIBLIOTECA INFANTIL DIRECCIÓN GENERAL DE BIBLIOTECAS…
SECRETARÍA DE CULTURA DEL ESTADO DE OAXACA.
CONACULTA…
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